Perotti25™ |
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El tiempo es un factor que engulle o ensalza a los talentos. Una unidad de medida que determinará si Neymar se convierte, en un futuro, en el mejor futbolista del mundo. Es pronto para calibrarlo, pero no para abrirle la puerta del cielo balompédico. El nuevo genio brasileño, que tiene el ‘duende’ de Pelé o Garrincha, es el malabarista del momento, el embajador del espectáculo, el gran virtuoso del balón.
No hay margen alguno de maniobra. El Real Madrid se juega su futuro a una sola moneda: la que lleva grabada en el anverso el rostro de José Mourinho, el hombre en el que confía ciegamente el madridismo para acabar con la hegemonía azulgrana. El luso ya avisó de que sus segundas temporadas suelen ser las mejores. Palabra de ‘Mou’.
En medio de Xavi e Iniesta, de Villa, Pedro o Messi se esconde Dani Alves, la dinamo que no se ve en el fútbol ofensivo del Barça. El brasileño personifica la intuición, el factor sorpresa, la añagaza. Comienza siempre atrás, pero no para de subir y desdoblar por su banda para descolocar y engañar a las defensas. Bienvenidos al reino del lateral derecho con más incidencia en el juego de ataque que existe actualmente en el mundo.
El purismo del Athletic, que en ocasiones sufre con la crueldad del pasar del tiempo, hizo un guiño al futuro cuando acogió a Javi Martínez en 2006. Llegó procedente de Tajonar, la cantera de Osasuna, para erigirse como su epicentro en el nuevo siglo. Ahora, un lustro después y ya como campeón del mundo, ha renovado hasta 2016. El margen necesario para conseguir que ‘los leones’ sean fijos en competiciones europeas, para que recuperen su prestigio perdido, para que vayan limpiando la Gabarra y despejen la Ría de Bilbao. Es el momento de abandonar el pasado y pensar que lo mejor siempre está por venir. Sólo así se evoluciona.
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